20090425

Soy un perro viejo.

-Quítate la ropa.
-¿Qué? Así sin nada, ¿sin romanticismo? ¿Que sólo me la quite y ya?
-Tu sabías lo que implicaba esto, que nada más íbamos a coger y ya. Ya quítatela.
-Pues si, pero tu sabes lo que yo... Bueno, pues lo que yo siento por ti.
-Si, lo sé- La besé- Y francamente cariño: No me importa.
Sonrío y me siguió besando mientras mis manos buscaban sus senos tras su blusa rosa. Siempre quise decirle a una vieja encuerada esa frase choteadísima de Casa Blanca. Se me fundió un foco así que la atmósfera estaba más idónea que nada, saqué un preservativo del cajón y me lo puse como pude pues ella ya estaba sobre mi. Cuando lo vio sólo me dijo: "Entonces esto si va en serio..."
-Tan serio como cogerte por una noche.
-Eres un cínico.
-Y tu eres una zorra. Ahora cállate, para que veas que soy buena onda, tu vas abajo.
-La madre pendejo, tu no me vas a decir zorra.
-Ay no mames, ya me puse esta cosa, ahora o cogemos o a chingar a su madre.
-A chingar a su madre pues.
Se vistió mientras me gritaba más insultos que yo me dediqué a ignorar y se llevó mi camisa azul de botones. Me tiró mi zapato a la cara pero tuve el atino de esquivarlo. Escuché sus pasos furiosos en la escalera y el azote del portón de la entrada, me gritó pendejo una vez más y arrancó dejando un sonido agudo en la calle.
Entonces suspiré desnudo y me senté a la orilla de mi cama y lo único que pude decir fue: "Mierda, te extraño tanto..."

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